El campus fue diseñado en la década de 1950 por el arquitecto Víctor Eusa y previó la disposición de varios edificios con cubierta metálica, sostenidos por una estructura metálica y cerrados con un módulo prefabricado. Cada volumen descansaba sobre un pedestal mixto de piedra, ladrillo y hormigón.

En los años siguientes se construyeron nuevos edificios complementarios. Algunos de ellos no eran adecuados para la función principal requerida y, por lo tanto, requerían una renovación o un nuevo entorno. Como en el caso del edificio principal de las aulas. La Fundación ha optado por encomendar un nuevo proyecto al estudio de arquitectura Blasco Esparza Arquitectos & Asociados para la construcción de un nuevo edificio que satisfaga las necesidades del centro educativo y sea, al mismo tiempo, completamente accesible. El equipo de arquitectos propuso un cambio radical en la arquitectura central del campus, centrándose en una solución más contemporánea, aunque integrada en el complejo.

Las ventanas del edificio incluyen un módulo de ventana de aluminio, repetido para toda la fachada, que descansa sobre un zócalo de hormigón. El arquitrabe es un elemento semiprefabricado que contiene las contraventanas y tomas de aire del edificio.

En el interior, un suelo continuo de linóleo gris neutro, con suelo radiante, configura prácticamente toda la superficie del centro. El techo incluye un material acústico, modular y desmontable para acceder a los sistemas. El salón principal se configura con dos lanzamientos internos conectados con el espacio del pórtico, lo que le da mayor continuidad al paso desde el exterior.